El diablo
En pocas ocasiones me crucé con él en el bosque. Iba siempre disfrazado y no siempre sabía reconocerlo. Pero si podía mirarle a los ojos, inmediatamente me daba cuenta. En aquélla tarde, yo presentía que lo vería. No se porqué, me dolió tanto verlo. Su aspecto era cuasi lastimero: no iba disfrazado. Vino y me dijo: –Hoy conocerás tu verdad. Me intrigó no la frase sino la forma en que me lo dijo. No dije nada, y dejé que se siguiera camino.
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