La mente puede ser traicionera.
Cuanto más quisieras recordar algo útil, mas pronto lo olvidas. No es así, cuando tratamos de dejar atrás recuerdos dolorosos. A veces vuelven y te lastiman.
Somos desgraciados (o agraciados) según vengan los recuerdos y según olvidemos (o recordemos) aquello que nos haya pasado.
Bien aventurados somos cuando tenemos la felicidad del no olvido
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