Mejor no hablar de ciertas cosas

Hay cosas de las que la gente no habla. Y sus palabras se quedan ahí, guardadas. Se callan, por razones infinitas o sin razón aparente. En muchas ocasiones ese silencio es obligado...por amenazas o miedo o simplemente por precaución. Si hablas, te puede pasar esto, te puede suceder aquéllo. Y dudas si es mejor callar o hablar. Pendes sobre la cuerda floja, con los ojos vendados y la boca cerrada.

Y no estoy hablando de mentiras, ni de engaños, simplemente de silencios forzados. Hablo de la censura que se impone por temor de no dañar a otros. De callar para evitar una represalia, por no querer criticar, juzgar o involucrar a otros ó a uno mismo. Las consecuencias que pueden existir son más fuertes y generan un freno en la acción. Si hablas pueden sobrevenir problema que se pueden originar de esa acción al hablar. Al callar, quedan como secretos; resguardados y ocultos. Pero no desaparece el espíritu de la realidad.

En mi país natal mucha gente vive con miedo de hablar. Se está rodeado de tabúes: de palabras prohibidas, innombrables, de acciones no permitidas, de sucesos que es mejor no mencionar. Mi país sufre de la censura, de sumisión de la limitación en sus acciones. Pero sobre todo de amenazas. Lo tradicional es someter...es imponer. Y las mujeres callan. Y los inocentes no hablan. Y los niños son silenciados.

Cuán conflictivo se torna separar al hablar del callar.

Tanto tiempo creyendo erróneamente que es mejor no hablar de ciertas cosas.

Que este monólogo sea la pauta para que te atrevas un poquito, para enfrentarte a tus realidades, a hacerte cargo y sobretodo, para hablar sin miedo, en los términos que creas más convenientes.