El Reencuentro (II)
Y ahí están.
Ninguno parece querer hablar primero. Ni un suspiro se escapa. El silencio se vuelve un enemigo y aliado a la vez. Infinitos recuerdos se aglutinan en una palabra:
-Hola.
Su voz se quiebra en dos. En ese ambiente cuando alguien titubea se lo tilda de cobarde. Pero no era cobardía lo que le hacía callar. Eran escusas infinitas las culpables. Quizás también, una suerte de precaución como cuando uno sabe que el fuego quema. Pronunciar la primera palabra puede quemar. Y doler mucho.
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