Dolores inevitables
Reconozco que ese día fue distinto de muchos. Fue el día en que sabía que vería todo con otros ojos. Y distinguí el dolor inevitable. A ese que no puedes dejar de sentir... ese dolor, se me clavó en los huesos, como una daga puzante y siguió encajándose cada vez más profundo hasta llegar al alma que ya nunca lo olvidó.
Lo peor de todo es que no pude hacer nada para evitarlo. Me dolió saber que existía y que era para mí. Solo yo le daría el significado que le pertenecía, lo llevaría a rastras a duras penas. Aprendería a sobrellevarlo para que no me carcoma el alma entera. Se quedaría quieto quizás porque sabría que existe y que esta ahí. Pero yo lo mantendría controlado.
Me encontraría en la vida con otros de su calaña sumándose a la parvada de dolores que rondan los cielos de la vida. Y cada día me descubriré dolorida, pero no derrotada.
2 comentarios:
Tu misma lo dices... no derrotada, este babélico mundo, te invito a leer mi blog: una leve incitación a la pereza, al calor, al heroísmo.
Perdona... tu blog es un poco complicado de leer con fondo rojo. Te agregare al feed, pero mientras te recomiendo un color mas neutro... saludos
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