Utopía ferroviaria
Viajar en este tren ahora es un lujo. Recuerdo cuando antes los trenes eran todos de madera.
Que Dios me perdone, pero los que viajaban no eran hombres sino animales. Dormían roncando, todos transpirados y cuando apagaban las luces no faltaba e que intentaba manosear o robar a quien se descuidaba. Ni hablar de que nadie te daba el lugar, ni siquiera a una anciana. Y si alguien le cedía el asiento a una mujer, se hacía tremendo alboroto: “Hey, que te hacés el cortés” -gritaban. Había mucho feo olor en esos trenes.
Ahora no me disgusta viajar en éstos, aunque vayan llenos. No son como los de antes.
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