Sabías que no podías cometer los mismos errores...te equivocas una y otra vez, siempre sin darte cuenta de las consecuencias que generas en la vida de otros y en la tuya misma. No puedes evitar arrepentirte y prometerte no volver a hacerlo, por enésima vez. Te insultas una y otra vez, sin evitar sentirte culpable, por fallarte y fallar tantas y contadas ocasiones...por tropezar mil veces.
Es realmente desilusionante la sensación de vacío que deja en ti tus malas acciones. Deseaste tanto que todo hubiera tomado un rumbo diferente... no haber huido, no esconderte en tu cueva ni cubrirla con miles de piedras para que no te encuentren. Cerraste la puerta con mil llaves, pero ahora arañas las paredes en tu encierro aunque vengan a buscarte. Tus miedos a ser visto, de que te sientan diferente, que no seas lo que quieren ni esperan de ti, a resultar desagradable te hacen odiarte...
No poder acercarte a quien quieres te desconcierta. Sabes que te necesitan y que te están buscando. Todavía estas a tiempo de recuperar las fuerzas que estas creyendo perdidas. Sientes que no hay arrepentimiento que sea necesario para poder recuperarte. Tratas de convencerte de que todo lo que sentiste fue real. Aun así, te odias por no saber que hacer, por no saber como seguir, por no poder remediar tus errores, por no encontrar las solución a todo este acertijo.
Quieres volver a recuperar lo perdido, con sus pétalos y sus espinas, con la belleza y la monstruosidad del futuro incierto.... Pues muy en el fondo sabes lo que quieres. Sientes que si te dejas encontrar, aún con todos tus errores, te quieren y esperan...