El era uno de muchos que con todo el corazón buscaba esa fuerza que lo impulse, que lo libere, que entienda sus locuras internas, que cure sus heridas. En esa búsqueda, intentaba ser esa fuerza en otros, esa mano amiga, ese amor incondicional... Por dentro, tenia un gran enojo contenido, molestia de no poder demostrar todo lo que sentía, pero ante todo una enorme necesidad de amar profundamente. Miraba en otros, intentaba descubrir el camino, dar todos los pasos que le conducirían al final. A veces el camino era una encrucijada, un laberinto del que no podía encontrar la salida. Por momentos creía que no podía seguir sino de ciertos medios que lo ayudaran a sostenerse, por si mismo, nunca podría mantenerse en pie. Le dolía el dolor ajeno, además del interno, del que no podía evitar evadirse a su manera. Buscaba excusas en las respuestas que le ofrecía el olvido.
Debía pasar por ciertos procesos para poder desintoxicarse del todo y dejar de mirar al pasado con tristeza.